El otro día cuando fui a casa de unos amigos me di cuenta de que algo había cambiado en el salón de su casa, no sabía lo que era pero había algo diferente. Al final me di cuenta de que lo que generaba el cambio era un estor enorme que habían colocado unas pocas semanas antes. Me pareció que quedaba francamente bien, y hacía que la estancia fuese mucho más confortable.

Es increíble que con un simple cambio haya cambiado tanto el ambiente de aquel salón. Lo que me hace pensar que mucha gente recarga demasiado la decoración de sus casas. En muchas ocasiones he visto casas en las que seguro que tardan varios días en limpiar todas esas figuritas decorativas que están expuestas a lo largo de la casa. Eso creo que es un error, porque aparte de ser unas figurillas bastante feas, son unos acumuladores de polvo profesionales. Y eso no es lo único, existen muchas casas que están decoradas ya no con figurillas, pero sí con cosas completamente extravagantes que en mi vida pondría en mi casa, pero supongo que eso es cuestión de gustos. Hasta no hace mucho no era muy partidario del minimalismo, pero he llegado a ver que es una solución mucho más cómoda que tener que estar limpiando todo el tiempo porque tienes la casa llena de cosas que acumulan polvo, aunque también he de reconocer que el minimalismo no hace que una casa sea acogedora, es más, hace el efecto contrario parece que es una casa desangelada pero para limpiar debe de ser comodísima. Esas casas minimalistas además deben de ser más frías que el resto, ya que la falta de muebles y de alfombras se ha de notar bastante. En verano será estupendo, pero en invierno ya pueden tener una buena calefacción porque sino lo van a llevar crudo. Todo depende de donde vivan y en qué clima vivan.

En definitiva, creo que es bueno hacer pequeños cambios en las decoraciones de las casas de vez en cuando para darle otro toque a nuestras casas, aunque sean pequeños y en ocasiones imperceptibles.