La Leche Entera Ecológica certificada ofrece garantía de calidad respecto a otras leches que se venden y a las que pueden poner todo tipo de nombres bonitos, como “natural”, “leche auténtica” o cualquier otra denominación que, realmente, no quiere decir nada. Solo cuando hay un certificado de por medio podemos saber que lo que se nos cuenta está avalado por algún organismo.

En el caso de la leche ecológica, el que esté certificada significa que los animales de los que procede la leche toman una alimentación ecológica al cien por cien, es decir, formada por alimentos orgánicos. Esto en la práctica se traduce porque los animales comen principalmente pasto y se les completa la alimentación con piensos orgánicos al cien por cien.

Uno de los puntos más llamativos es el de los tratamientos que las vacas pueden tener para que su leche sea considerada ecológica. Dejando a un lado las vacunas y las desparasitaciones, solo se permite que el animal sea tratado con antibióticos tres veces al año. Y esto siempre por problemas reales y no como una medida preventiva. En caso de que el animal precise un tratamiento antibiótico y ya haya tenido tres previos, habrá que retirar a la vaca y tendrá que pasar seis meses sin tratarse antes de poder volver a vender su leche como ecológica.

Es importante entender que la leche ecológica certificada tiene una serie de características que la diferencian del resto. Tanto es así que si un ganadero que vende leche normal quiere convertir su explotación en una para leche ecológica, el cambio de un sistema a otro puede llevarle hasta dos años, ya que incluso el tipo de pasto que tiene para las vacas tiene que ser ecológico y pasar una serie de controles, no pudiendo emplearse herbicidas ni abonos que no sean ecológicos.

Además de la alimentación también se cuidan los espacios en los que las vacas son guardadas, que tienen que cumplir con unas características muy exigentes. Y la forma en la que los animales son tratados, garantizándose el bienestar animal según las pautas internacionales establecidas en el protocolo Welfare Quality. Todo esto hace que las vacas den menos cantidad de leche, pero la que ofrecen es de una calidad muy superior. Evidentemente, también hay un incremento en los costes de producción de la leche que repercute en lo que el consumidor paga, por lo que este tendrá que valorar si merece la pena.