Hace poco estaba preparando un texto que me habían pedido sobre por qué dicen que Finlandia es el país más feliz del mundo. Para llegar a esa conclusión se analizan múltiples cuestiones que van de la renta per cápita a la relación de los ciudadanos con la naturaleza. Este último punto es uno de los que más llama la atención: la relación que tienen los finlandeses con su entorno natural.

Cuentan que allí todos los espacios naturales son de libre acceso y gratuitos. Y teniendo en cuenta la cantidad de zonas verdes y lagos que se extienden por toda su geografía, sin duda contribuye a su bienestar anímico. Pero, sin embargo, muchos dudan de la felicidad en un país con temperaturas tan bajas a lo largo del año. Y fue así cómo recordé mi viaje a Galicia y la temperatura agua islas cies.

Porque si los finlandeses tienen su sauna y su baño helado posterior, nosotros tenemos las aguas del Cantábrico y del Atlántico. Y una de las grandes leyendas de la costa atlántica gallega está en las Cíes. Unas islas maravillosas, de una belleza salvaje y que, gracias a su protección, siguen manteniendo su aspecto virginal. Aquí nos hay frías fachadas de hoteles a pie de playa ni una infraestructura turística. Hay un camping, caminos y poco más. Ideal para reencontrarse con la naturaleza.

Y uno de los puntos más destacados de las Cíes está en sus playas, de una belleza pocas veces vista en España. Y eso que este país tiene varias de las playas más bonitas de Europa. De hecho, me atrevería a decir que el paraíso playero europeo está en España, contando por supuesto con Canarias y Baleares. Pero un poco más al norte, las playas de las Cíes son algo único, precisamente porque apenas están alteradas por la huella del ser humano.

Lo que tampoco podemos alterar es la temperatura agua islas cíes. A algunos viajeros este aspecto les pilla desprevenidos y ponen su pie en el agua y salen corriendo. Sí, el agua de las Cíes está fría, pero una vez que te acostumbras, aporta algo inexplicable, una sensación de pureza y de conexión con la naturaleza como tal vez sientan los finlandeses cuando se arrojan al lago helado tras salir de la sauna.