Juanjo, mi colega del gimnasio, me recomendó que pensara en tener un entrenador personal una temporada, que para él había sido la clave de su mejora física. Y era cierto que había mejorado mucho, aunque no sé qué parte de ello había sido gracias a su entrenador. Juanjo y yo teníamos un poco de piquilla, sobre todo para la bicicleta de la que somos verdaderos apasionados. Y es verdad que últimamente me deja en ridículo en cualquier marcha o entrenamiento.

¿Un entrenador personal? ¿No es demasiado? Bueno, pensé que tampoco tengo muchas apreturas económicas y que solo se vive una vez. Además, hay muchas ofertas de entrenadores que te permiten probar un par de semana para ver si estás satisfecho. Así que pedí en el gimnasio que me recomendaran algún coach… y llegó ella: Nuria.

No me había planteado una mujer pero en cuanto hablé con ella supe que iba en serio. Me puso los pies en la tierra y me dijo que no me iba a convertir en Iron Man, pero que me exprimiría al máximo. Y que no dejaría ningún cabo por atar, ni siquiera la alimentación. Cuando hablamos sobre el tema era capaz de citar leche entera valor nutricional y de otros alimentos, haciendo hincapié en la importancia de alimentarse e hidratarse bien si se quiere conseguir un objetivo físico, por muy humilde que este sea.

Así que acepté estar dos semanas a prueba con ella. Los primeros días fueron agotadores. Yo nunca había tenido un coach y no sabía hasta qué punto te exigen. Pero para eso les pagas, ¿no? De todas formas, Nuria no era ninguna descerebrada: sabía cuándo parar y cuándo apretar, que no es cuestión tampoco de “matar” a los clientes.

También tuvimos sesiones teóricas de tipo nutricional en las que me habló de leche entera valor nutricional y de todo lo relacionado con los componentes de los principales alimentos que debía consumir. También me ayudó a entender la importancia de los complementos nutricionales en carrera. Así que sí, Nuria me convenció y actualmente sigue siendo mi coach. Y cada vez me acerco más a Juanjo en las marchas…