Para aquellos que han tenido la fortuna de pisar la illa de ons, el deseo de regresar es casi una certeza. Esta joya del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, con su naturaleza salvaje, sus playas de arena fina y el inconfundible aroma a salitre y pino, ejerce una atracción poderosa. La intención de volver a Ons no es solo un pensamiento fugaz; es un anhelo que se nutre del recuerdo de sus senderos, el sonido de sus olas y la paz que solo un lugar tan auténtico puede ofrecer.

La primera visita a Ons suele ser una revelación. Lejos del bullicio de la costa, la isla invita a la desconexión total. Sus rutas de senderismo, que serpentean entre acantilados, bosques y miradores, permiten descubrir calas escondidas y panorámicas impresionantes de las Rías Baixas. Es fácil imaginarse de nuevo recorriendo el camino hacia el Faro de Ons, el punto más alto, desde donde la vista del océano Atlántico se extiende infinita, o explorando el misterioso Buraco do Inferno, una cueva natural donde el mar ruge con una fuerza primal.

Pero más allá de sus paisajes, lo que realmente cautiva de Ons es su atmósfera. Con un número limitado de visitantes diarios y un pequeño núcleo de población que mantiene vivas las tradiciones marineras, la isla conserva un encanto genuino. Es un lugar donde el tiempo parece ralentizarse, donde la prioridad es simplemente disfrutar del momento, ya sea saboreando una empanada de pulpo en el pequeño pueblo, charlando con los pescadores o simplemente sentándose en la arena de la Playa de Melide, una de las pocas playas nudistas de la zona, para contemplar la inmensidad del mar.

La idea de volver a Ons también se asocia a la posibilidad de una experiencia más profunda. Quizás quedarse a pernoctar en el camping o en alguna de las casas rurales para sentir la isla en su silencio nocturno, bajo un cielo estrellado sin contaminación lumínica. O explorar calas a las que no se llega fácilmente, buscando esa conexión más íntima con la naturaleza indómita.

En definitiva, la intención de regresar a la Isla de Ons no es solo un plan de viaje; es la reafirmación de una conexión con un lugar que ofrece una tregua del ritmo acelerado de la vida moderna. Es el deseo de reencontrarse con la calma, la belleza natural y la esencia de una Galicia menos explorada, un destino que siempre deja ganas de más.