Hoy en día ser mamá a los 40 ha dejado de ser algo anecdótico para convertirse en una cosa muy habitual. Cada vez son más las madres que deciden tener a esta edad su primer hijo e incluso hay quienes después de haber tenido un bebé en la veintena deciden repetir ahora para experimentar con más madurez la experiencia de la maternidad. Incluso hay muchas mujeres que llegados los cuarenta y sin haber encontrado la estabilidad emocional que esperaban, deciden emprender la aventura de ser mamás en solitario gracias a la fecundación artificial.

Muchos hablan de la moda de ser madre a los cuarenta, pero lo cierto es que más que una moda, es algo que aparece como consecuencia de toda una serie de factores que han cambiado la sociedad. Para empezar, hoy la gente es joven mucho más tiempo. No se trata solo de que la esperanza de vida sea mayor, sino que antes, una persona de cuarenta años era ya alguien mayor, pero hoy sigue siendo joven y puede llevar una vida similar a la de alguien de veintitantos o de treinta.

Otro factor importante hay que buscarlo en la vida laboral. Por un lado, las expectativas de estabilidad son muy bajas en muchos sectores. Es complicado conseguir un trabajo que de seguridad económica y muchas personas, por responsabilidad, retrasan la maternidad hasta que puedan dar una cierta estabilidad a sus hijos contando, por ejemplo, con unos ahorros para el caso de que falle el trabajo.

En el caso de madres trabajadoras, muchas se ven obligadas a escoger entre poder llegar arriba en su carrera o ser madres. Saben que el parón de la maternidad y el hecho de que tener familia impedirá que puedan dedicar el mismo tiempo a su trabajo que otros compañeros sin obligaciones familiares o que, como en el caso de algunos varones, no las asumen en el mismo grado. Por eso, retrasan el momento de ser madres hasta que han alcanzado ciertas metas, llegando así a superar los cuarenta años.

También quedan aquellas mujeres que habiendo sido madres con anterioridad, deciden asumir nuevamente la aventura de tener un bebé con una nueva pareja o, como ya hemos comentado, con la misma pero en una etapa de la vida en la que ambos creen que podrán disfrutar de la experiencia de una forma mucho más intensa y gratificante.