Javi siempre fue una persona muy emprendedora, pero no como se entiende ahora: alguien que quiere hacer milmillonario con algún cacharro tecnológico. Él llevaba el gen de organizar cosas, de poner en marcha proyectos, ayudando siempre al que lo necesitara, y diciendo ‘no’ sin rodeos si entendía que no podía aportar nada al proyecto de otro. Así era y así sigue siendo, ahora que triunfa con su marca.

Su marca de ropa surgió un día en un bar y allí estaba yo. Javi ya tenía su grupo de música, de cierta repercusión nacional, y estaba descansando de una gira. Siempre se había interesado por la moda, era de comprar siempre ropa de importación y marcar estilo. Sus camisas de hombre eran la envidia del pueblo, no había manera de encontrarlas en ningún sitio porque, eso sí, siempre se guardaba para sí las tiendas en las que compraba: no quería que le copiaran.

Y en aquel bar, aquella noche, alguien le dije en broma que por qué no creaba una marca propia y así marcaría realmente tendencia. Se quedó pensando unos segundos, bebió un trago de su cerveza y dijo: buena idea, lo haré. No tardó ni un mes en poner en marcha el proyecto. Contactó con una amiga que había estudiado moda en Barcelona y se asoció a otro chico que había estado trabajando como distribuidor de ropa extranjera. Y para el diseño del logo habló conmigo.

Me dijo claramente que sería una colaboración puntual, que no tenía claro si la marca iba a salir adelante, pero que iba en serio… y que quería un logo único. Yo había trabajado con algunos clientes, pero nada importante: sabía que aquello era otra historia porque Javi nunca da puntada sin hilo, si apuesta por algo es hasta el final. Aquel logo podía ser importante en mi carrera.

En pocos meses, su departamento de diseño de moda se encargó de las camisas de hombre y del resto de prendas y el logo se puso arriba de su web. Fue un éxito y muchos años más tarde todavía se sigue usando aquel logo que yo diseñé casi sin experiencia.