Aunque muchos no lo vean, la realidad es que cuando hablamos de mantener viva la producción diaria en el campo, la reparación de maquinaria agrícola Ribadumia es casi como el latido de un corazón que no puede parar. Y es que, si alguna vez te has quedado con el tractor parado en mitad de una finca embarrada tras una noche de lluvia intensa, sabrás perfectamente de lo que hablo. Es esa sensación de frustración mezclada con urgencia, viendo que la tierra está en su punto justo para arar y tú, sin embargo, te ves ahí sentado mirando el motor sin entender qué demonios ha pasado. Por eso, cuando hablamos de la importancia de un mantenimiento preventivo, no lo decimos por sonar como un folleto técnico, sino porque evitar un fallo inesperado es la diferencia entre aprovechar un día de sol o perder media cosecha.

A mí me pasó hace un par de inviernos. La bomba hidráulica del tractor empezó a hacer un ruido que al principio parecía insignificante, un pequeño chillido al girar el volante, nada grave. Pero como siempre pasa, lo dejé pasar pensando que era cosa de frío, que ya se quitaría. Y vaya si se quitó, pero después de reventar una junta y dejarme tirado en la entrada de la parcela, bloqueando el paso del remolque que venía cargado de abono. En ese momento, entendí que la reparación de maquinaria agrícola Ribadumia no es algo que se deba posponer, porque no es un gasto, es una inversión directa en la tranquilidad del trabajo diario.

Y no se trata solo de motores o hidráulica, también están los problemas eléctricos, que parecen un mundo aparte con sus cables, fusibles y relés. El otro día vino un vecino al taller con una empacadora que no detectaba las balas de paja, y claro, no era cosa del sensor solamente, sino de todo el cableado que tenía roído por ratones. Sí, ratones. Porque en invierno, cuando guardas la máquina, no piensas que esos bichos van a hacer su casa entre cables, y ahí empieza el problema. Si no revisas bien, cuando llega la campaña de empacado, descubres el desastre y ya no hay solución rápida.

Y hablando de roedores, no puedo dejar de mencionar los problemas con las cosechadoras. Esas máquinas imponentes que parecen naves espaciales llenas de cuchillas, correas, tensores y rodillos. ¿Sabías que si no limpias bien los restos de cereal antes de guardarla en el almacén, al año siguiente puedes encontrarte con nidos de ratones dentro de los compartimentos del motor? Y si entran en el sistema eléctrico, prepárate para un buen disgusto. Aquí es donde entra el cuidado preventivo del que siempre hablamos. Engrasar, limpiar, revisar niveles y, sobre todo, escuchar los ruidos raros. Porque las máquinas, como las personas, avisan antes de fallar.

Cuando hablo con los clientes sobre las revisiones programadas, me dicen: “Pero si funciona bien, ¿para qué voy a gastar ahora?”. Y es normal, porque el agricultor, al final, va ajustado en tiempos y en dinero, pero la realidad es que un cambio de aceite y filtros cuesta la cuarta parte que cambiar un motor gripado por no haber tenido lubricación suficiente. Y eso, en campaña, puede arruinar el año entero. Imagínate que tu tractor se quede parado justo cuando tienes que roturar para plantar patata. Ya no es solo el coste de la reparación, es el retraso en el cultivo y la pérdida de producción.

Por eso me gusta insistir en que la reparación de maquinaria agrícola Ribadumia no es solo cuando se rompe. Es cada vez que escuchas un traqueteo raro en el cárter, cada vez que ves una gotita de aceite donde no debería estar, cada vez que la dirección se vuelve un poco más dura o que el pedal de embrague no recupera con la misma alegría de siempre. Porque todas esas cosas pequeñas son, en realidad, los primeros avisos de que algo grande puede fallar. Y si algo he aprendido en todos mis años en este taller es que la diferencia entre un buen agricultor y un agricultor tranquilo es su atención a las máquinas. Quien las cuida, las escucha y las mantiene vivas, trabaja con la seguridad de que, al final del día, volverá a casa con el trabajo hecho y con la cosecha asegurada.